Con frecuencia, las instalaciones de ventilación y climatización funcionan bajo el lema "Mucho sirve de mucho" con una gran cantidad de aire. Este exceso produce elevados costes operativos. El consumo de energía para el ventilador se incrementa ya que es necesario transportar una mayor cantidad de aire por la instalación. Pero también para el acondicionamiento del aire (refrigeración, calefacción, humectación o deshumidificación) surgen costes que podrían reducirse con una instalación ajustada correctamente. Además, un cambio elevado del aire provoca generalmente corrientes en el recinto haciendo que las personas no se sientan cómodas.

Por otra parte, un caudal volumétrico demasiado bajo también puede causar problemas. Las personas en el recinto obtienen poco aire fresco para respirar. El aire ambiente está "desgastado" ya que predomina un alto contenido de CO2 en el recinto. Asimismo, los caudales volumétricos bajos pueden repercutir negativamente sobre la higiene de la instalación produciendo el riesgo de formación de gérmenes en la instalación si el aire humedecido fluye muy despacio en los canales. Una instalación de climatización y ventilación correctamente ajustada no solo proporciona condiciones ambientales agradables, sino también contribuye a ahorrar costes.