Cuando se trata de medir y documentar las temperaturas muchos empresarios del sector alimentario están convencidos de estar del lado seguro.

Pero la realidad es otra como lo indican las estadísticas de una publicación de la Oficina Federal de Protección al Consumidor y Seguridad Alimentaria. Según esta publicación, una cuarta parte de todas las empresas controladas reprueban por infracciones en el ámbito de gestión de higiene o higiene operacional. El cumplimiento de los valores límite de la temperatura, por ejemplo, en el almacenamiento, el transporte o el procesamiento de alimentos fracasa en esta área.

Las consecuencias de un control no aprobado son bastante extensas, desde un control posterior engorroso y costoso, pasando por sanciones delicadas hasta cierres que implican riesgos para su existencia o la pérdida de imagen.

Sin embargo, esta no es la única razón para supervisar temperaturas críticas. Cualquier persona que fabrica o comercializa alimentos debe actuar con la debida diligencia y hacerse responsable de la integridad de sus productos. El empresario del sector alimentario tiene que garantizar estos aspectos mediante sistemas de control adecuados. Además también se debe considerar el valor de los productos almacenados o producidos: Los alimentos que no cumplen con los requisitos legales con respecto a la higiene tiene que se sacarse del mercado. En este caso, para los responsables de la calidad es imprescindible tener los valores de la temperatura bajo control.

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